viernes, 8 de noviembre de 2013

Los cincuenta intelectuales de Juan José Tamayo

Juan José Tamayo en Fragmenta, el 7 de abril del 2011

Lo dije en una entrevista para Religión Digital, y me apetece ponerlo ahora por escrito: la virtud del último libro de Juan JoséTamayo (Cincuenta intelectuales para una conciencia crítica) es precisamente ser una obra de divulgación escrita no por un divulgador, sino por un teólogo de primer nivel. Toda cultura precisa de textos de divulgación escritos por divulgadores (alguien ha de escribir los libros de texto, los artículos de enciclopedia, los libros con intención pedagógica, etc.), pero también tiene un enorme interés la obra de divulgación escrita no por divulgadores profesionales, sino por investigadores dispuestos a poner su pluma al servicio del gran público. A este tipo de libros, algunos los llaman "de alta divulgación". No me parece una mala etiqueta.



Cincuenta intelectuales para una conciencia crítica constituye, en este sentido, una obra de alta divulgación. Es un libro de más de quinientas páginas en las que desfilan un total de cincuenta intelectuales del siglo XX y XXI, a razón, pues, de unas diez páginas de media por autor. Diez páginas sobre Bloch, Zambrano, Rahner, Arend, Bonhoeffer, Beauvoir, Weil, Aranguren, Camus, Panikkar, Saramango, Küng, Casaldàliga, Ellacuría... dan para lo que dan. Son gigantes intelectuales sobre los que cabe escribir monografías y tesis doctorales. Pero diez páginas es más, mucho más, que un artículo de enciclopedia. Diez páginas permiten situar bien a un autor, resumir su trayectoria, caracterizar su pensamiento, dialogar con su obra, invitar a su lectura... Si esas diez páginas las escribe, insisto, no un divulgador sino un investigador, esas diez páginas pueden ser una auténtica fiesta del espíritu. Y, en el caso que nos ocupa, lo son. Por varios motivos.

En primer lugar, porque Tamayo no trabaja con resúmenes de segunda mano, sino que tiene un conocimiento directo de las obras de los autores que glosa. Pensemos por ejemplo en el primer autor del libro, Ernst Bloch: ¡Tamayo le dedicó su tesis doctoral en filosofía! Buen comienzo, desde luego. Obviamente, Tamayo no ha dedicado una tesis a cada una de las cincuenta figuras, pero a todas las ha leído en extensión y en profundidad.

Además, Tamayo ha mantenido una relación personal con algunos de los autores biografiados en el libro, y eso da al perfil que traza de esas figuras un interés añadido. Por ejemplo, resulta impagable el diálogo con Saramago que el autor transcribe en las páginas 192-193 del libro. El escritor (abiertamente ateo) y el teólogo (abiertamente cristiano) pasean por las calles de Sevilla mientras repican alocadamente las campanas de la catedral, ayer mezquita. Tamayo le recuerda al escritor su definición de Dios: «Dios es el silencio del universo, y el ser humano, el grito que da sentido a ese silencio.» Saramago reconoce esa antigua formulación suya, y la reivindica. Acto seguido, el teólogo apostilla: «Esa definición está más cerca de un místico que de un ateo.» Tamayo hace constar a continuación: «Mi observación lo impresionó […] y le dio que pensar, sin por ello dejarse embaucar por mi ocurrencia.» Saramago era muy Saramago, desde luego.
 
Francisco Fernández Buey


Hay otros ateos en el libro. A algunos, como a Simone de Beauvoir, el autor no los trató personalmente. A otros, como a Francisco Fernández Buey, sí. De hecho, el texto dedicado a Fernández Buey es uno de los más emotivos del libro. Me gusta evocarlo porque Paco Fernández Buey fue profesor mío en la Facultat d’Humanitats de la Universitat Pompeu Fabra, y recuerdo con gran afecto sus clases sobre ética y filosofía política. Escribió un breve texto sobre Marx en la versión catalana del libro Los maestros de la sospecha. A Tamayo y Fernández Buey les unían muchas cosas, no solo el lugar de nacimiento, y el texto que el primero dedica al segundo es un homenaje emocionado a un amigo «con quien tanto quería», para decirlo al modo de Miguel Hernández.

No puedo hacer la glosa de cada uno de los cincuenta perfiles escritos por Tamayo. Pero sí quiero invitar a su lectura. Hay libros que tienen sentido en sí mismos, que de alguna forma se encierran en sí mismos, y libros que constituyen puentes y caminos de acceso a otros libros. Cincuenta intelectuales para una conciencia crítica es del segundo tipo. Es un libro que acompaña en el descubrimiento de otros libros y autores. Un libro que invita a la lectura de otros libros, a la indagación y al descubrimiento, a la curiosidad intelectual y a la búsqueda insaciable. Un libro que nos ofrece cincuenta voces singulares para construir un espacio abierto al pensamiento crítico en el sentido más noble del término.


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